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domingo, 11 de septiembre de 2011

Que diez años no son nada.

            Hoy es el primer dia del resto de mi vida pienso mientras apuro el ultimo trago de mi sexta copa de ginebra-tónica ¿Y por que hoy? No lo se, la verdad desconozco que tiene este día para ser mas especial que ayer, mañana o cualquier otro de año que viene.


                         Hoy es el primer dia del resto de mi vida y me parece que solo con pensarlo estoy volviendo a nacer, se que la culpa es tuya por que dentro de poco volvera a ser 25, el último maldito 25 de mi antigua vida y el primero de la nueva, ¿ves? estoy siendo capaz de escribirlo casi sin que tu recuerdo me haga soltar alguna lágrima, pero no puedo llorar, se lo prometi a la abuela hace tiempo por que ella decía que nosotros no lloramos, que aceptamos las cosas tal y como vienen , pero... ¿que hacer cuando el vaso se llena? , ¿que hacer cuando las piernas flaquean y aparece el temido nudo en la garganta?


                           A Agha le encantaría saber también que hoy he decidido no morirme un poco más, que he decidido no meterme debajo de la cama y esperar a que el suelo y los fantasmas me engullan, pero ya no se donde mandarle las cartas para contarle todo esto, seguro que ella si consiguio vivir en París, seguro que ella si alcanzó nuestra meta con aquel puñado de brillantes que metimos en el forro de su chaqueta de tweed de Chanel, pero no me importa, yo hare lo mismo de siempre cuando ya no se donde mardarle las cartas y cogeré el primer taxi que encuentre y la abandonaré en el asiento trasero por que se que asi llegara al lugar donde ella vive y asi París estará un poco menos lejos para mi.

                            Hoy es el primer dia del resto de mi vida y me parece el último, el último que preparaste nuestros espaguettis de la reconciliación que hacías cada vez que desaparecías varios días y a mi solo me quedaba esperarte, esperar ni siquiera sabía a que pero de repente en cualquier momento, en el más inesperado, se habría la puerta y ya habías vuelto y ni siquiera podía enfadarme o irme, no por que no supiera o no tuviera donde ir, si no por que quizás no podia imaginarme un mundo sin aquellas angustias, lejos de tus desfases, de nuestra mala economía, de mis gastos excesivos y es que sencillamente no me podia imaginar un mundo sin ti, seguro que la culpa la tuvieron toda esa serie de fuerzas extrañas que rigen nuestras vidas y que hacen que las mareas bajen o suban, los arboles florezcan en un momento determinado y desde luego que yo te conociera en ese sitio, ese lugar y a esa hora de aquel final de junio de 2001.

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