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domingo, 11 de septiembre de 2011

La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.

              Creo que fue en mayo de 1968 (antes de que la Josa lo diga no es mi fecha de nacimiento) cuando se produjo la famosa revolución en París a la que toda una generación, ya estuvieran en Tombuctú, Puerto Hurraco del Alpargate, Siberia o Japón jura y perjura haber estado y participado activamente en todos aquellos hechos que se produjeron aquella primavera en París, varias decadas y algunos años despues Lady Gaga daba, en una minuscula sala, su primer concierto en Madrid a la que toda una generación ya estuvieran trabajando esa noche, de viaje o en una sauna, juran y perjuran haber estado aún sin apenas conocer demasiado a la excesiva diva mucho más anónima de lo que lo es a dia de hoy y vosotros os preguntareis que cojones me importa a mi, un aristócrata en el exilio lo que opinen un puñado de aburridas, pues si, si que me importa por que empiezo a estar ya cansado de que la gente no pare de inventar irrealidades que nada tienen que ver con la verdad, que una cosa es ponerle un poco de maquillaje a la vida para simular algunas arrugas y otra muy distinta es ponerle a tu mundo dos capas de pintura titanlux modelo Carmen de Mairena.


                            

           

               A mi, personalmente me encanta la verdad, la pura verdad, esa llena de camas de hostal desechas, botellas de ginebra vacías y cajas de Mc Donalds usadas por que.... señoras y señores ¿No estan ustedes de acuerdo conmigo si les digo que la mayoría de las veces la verdad es mas verdad cuanto mas sucia es? ¿O es que es mejor una verdad falsa pero aparente llena de cortinas de encaje, pijamas estampados de fresitas y ositos de peluche pero que realmente apestan por que estan rellenos de compresas usadas?

                         

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