Longueras, calvicie, felicidad.

                   La única vez que he oído a mi madre decir una palabrota, pero una de esas fuertes, una de esas que asustaría al miedo y tendrían que ir acompañadas de cuatro rombos (hasta aquel día jamás la escuche decir ninguna) fue cuando Llongueras la peinó y convirtio su melena peliteñida de castaño claro en una cabellera rapada al mas puro estilo bakala de extraradio, cuando este le puso un espejo delante y al ver la cara que ella puso comenzó a mascarse la tragedia ,este huyó, huyó a la trastienda

para buscar un pañuelo o algo con el que poder tapar aquella desgracia. Ese dia, aunque la jodieron viva, creo que durmio como en el dÍa mas feliz de su vida, por que sacó de dentro todos esos convencionalismos absurdos en los que nos envuelve la sociedad insultando a este maestro de peluqueros hasta quedarse afónica y fue feliz, yo no era demasiado pequeño y precisamente por eso capte la moraleja del mensaje y me di cuenta que lo mejor es no quedarse nunca con las ganas de cagarse en nadie (creo que ese dia Llongueras se dio cuenta que la mierda de una pija apestaba esactamente igual que la de cualquiera del resto del mundo) por que al pobre y digo pobre por que hasta a mi llegó a darme pena, lo enterraron en cuestion de segundos en las heces mas virulentas y pestilentes que yo jamás haya visto proferir a ser humano alguno, creo y lo he creído siempre desde entonces que es tremendamente necesario no guardarse una opinión, aunque duela, aunque pique, aunque escueza por que luego se nos enquista y acabamos teniendo dentro tantos sapos, culebras, tractores averiados  y cosas caducadas que acaban saliendo cuando menos te lo esperas y ese cuando menos te lo esperas generalmente no es el momento mas adecuado, por que... si realmente lo miramos desde un punto de vista frívolo, ¿Qué es ser un aristócrata? pues no es ni mas ni menos que una persona a la que la vulgaridad no alcanza pese a convivir y ser perseguida por ella por todos los rincones.