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domingo, 11 de septiembre de 2011

No more made in Asia.

               Sentado en aquel restaurante indú me preguntaba si merecía la pena arriesgarse a morir de una sobredosis de curri a cambio de una o dos noches (por que soy de los que repiten muy rara vez) con aquel stripper suizo que conocí hace años en Barcelona.
                     Había invertido una parte importante de mis maltrechas finanzas en unos slippers nuevos para tan altísima cena (aunque fue una estupidez ya que estoy seguro de que el tal suizo no posó su mirada en mis pies ni una sola vez), invertí tambien muchísimo tiempo en emborrachar a mi marido para dejarlo dormido en casa (tampoco fue tanto pero se me hizo pesadísimo). La tensión se me disparo cuando al sentarnos en la mesa y abrir la carta tuve que decidir pasar rapido de tonterias y rituales amorosos por que a 35 euros el plato de pollo al curri (que era lo único que sabía verdaderamente que cojones era entre toda aquella carta) había que emborracharse rápido por que si la barrera de la verguenza no era superada pronto el cortejo me iba a costar una fortuna y no estaba mi visa para muchos trotes, así que despues de compartir una cosa verde oscura a la que yo le encontre similitud con la textura de una diarrea trajeron aquel pollo al curri ,que, para lo que costo todo, bien me podía haber sacado un abono anual a telepizza. El suizo decidio invitarme por eso de que muchos activos piensan que por el hecho de recibir tu eres una mujer y ellos tienen el deber de invitarte, (cosa que esa noche en concreto agradecí enormemente) así que ya bastante pedos y en la puerta del restaurante decidimos ir a su casa a tomar la penúltima, yo no me di cuenta de que aquel mastodonte estaba al borde del coma seguramente por que tenía mis propios problemas producidos por la fusión del curri, la cerveza, aquel pollo y los vodkas con naranja que calleron despues y cuya mezcla en mi interior comenzó a preocuparme, así que al llegar a su casa le pregunte como si no pasase nada y no sintiera mi trasero a punto de explotar donde estaba el baño, aquello era una pocilga, me pregunte, si quizas, si rebuscaba un poco entre toda aquella roña incrustada en las paredes, podria encontrar pinturas rupestres o fósiles del jurásico o del paleolítico medio, decidí no pensar en ello y beber más para que todo aquel desorden pseudohetero me pareciera una suit del Ritz pero mi sorpresa fue mayuscula cuando al salir del baño me encontré a mi guiri tirado encima de su alfombra de mimbre de ikea con peor pinta que un plato precocinado de Carrefour, pude hacer dos cosas, irme de alli cagando leches (que era lo que me pedía el cuerpo) o quedarme alli y vigilarlo esa noche y ver si sobrevivía al vodka combinado con aquellos manjares indios, en fin.... que quereis que os diga, me quede pero el meneo mas grande que me lleve aquella noche fue el que me produjeron en las tripas los gases fruto de la combustión de aquella horrible cena india.


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